Tal vez ésta sea la razón por la que existen tan
pocos textos sobre el Arte Floral y, además, normalmente
se limitan a ilustraciones o sugerencias prácticas. En el
siglo XVI se publicó el primer libro, que era
prácticamente un código,
en el que se enumeraban las cualidades fundamentales para
aprender el verdadero Ikebana: paciencia, concentración,
carácter, serenidad y espíritu
dirigido simultáneamente hacia Dios y hacia la
Humanidad.
Este sigilo fue quebrado en la actualidad con la
publicación de una voluminosa obra ilustrada sobre el
Ikebana, en cuatro volúmenes, del Maestro D. B. Takeda,
pues él opina que el hecho de ser divulgados los
conocimientos no perjudica el espíritu de la doctrina.
Pero pese a su empeño de exponer lo fundamental de las
enseñanzas del Arte Floral, no consiguió
transmitirlo de manera que pudiera ser asimilado enteramente de
forma racional, pues tropieza en un límite allí
donde se aproxima a la esencia, a la última instancia,
aquel punto en el que nada más puede ser dicho ni
enseñado, sólo vivido. Y no se puede aprender
aquello que no se sintió y no se vivió. La
verdadera enseñanza no puede ser expresada con
palabras. Como dice Lao Tsé: «Aquel que habla, no
sabe; aquel que sabe, no habla».
Así sucede particularmente con el arte oriental, ya sea
con los arreglos florales, la pintura o el
arte del arco, pues presuponen no sólo talento
artístico, sino principalmente una actitud
espiritual, adquirida a través de largos años de
prácticas de concentración.
Según palabras del Maestro Bokuyo Takeda:
* El hombre y la
planta son mortales y mutables; el significado y la esencia del
arreglo floral son eternos.
* Se debe buscar la forma exterior a partir del interior.
* El material usado no tiene importancia. Sólo el
pensamiento
correcto conduce a Dios; se deben ofrecer sacrificios
teniéndolo en mente.
* La belleza, unida a la virtud, es poderosa.
* La simple belleza no lleva a nada; ella sólo se
completa en unísono con el sentimiento
verdadero».
* El correcto trabajo con
las flores sutiliza la personalidad.
* Reine en su casa con paz, autocontrol y justicia.
* Siga de modo obediente la autoridad y a
sus padres.
* No sea negligente en el hogar ni en la profesión.
* Cultive la amistad con
sinceridad y nobleza de sentimientos.
EL SIMBOLISMO DE LAS LÍNEAS
O EL PRINCIPIO DEL TRES
El principio del tres, que constituye la base del Arreglo
Floral, tiene su origen en el budismo.
Es un principio espiritual con un significado cósmico.
Se representa por tres líneas maestras, definidas con
ramas y hojas, que dan la forma de lo que se quiere expresar con
el arreglo. De la armonía y equilibrio de
estas tres ramas principales depende la belleza del conjunto.
Existen variaciones sobre el simbolismo del tres. Una de las
versiones considera los tres principios:
* Zen (cielo, el ramo más alto).
* Jin (hombre, el
ramo medio).
* Tchi (tierra, el
ramo más bajo).
Según esta versión, el hombre está
situado entre el cielo y la tierra.
Recibe su alimento espiritual del cielo y su soporte son las
raíces terrestres, de modo que al mismo tiempo es uno
con el Corazón Universal y con el Fundamento Primordial, y
vive a partir de su propio centro, que para él equivale al
centro del mundo. Nuestra individualidad sintetiza la verdad del
cielo. La fuerza que
hace crecer las flores es la misma que conduce el arreglo
floral.
El discípulo de Ikebana debe trabajar hasta conseguir
la armonía de estos tres principios: la unión del
corazón de la flor con el corazón del hombre y el
corazón del Universo, que son
una misma cosa. De este modo vivirán en comunión
esencial con la planta y con todo el Universo.
Otra versión, adoptada por la academia Sangetsu, de
vivificación floral en relación al simbolismo del
tres, es la siguiente (dibujo 1- no
disponible):
Esta versión considera que el Sol, la Luna y
la Tierra son las fuentes de
energía que garantizan la vida de todo lo manifestado en
nuestro planeta.
En el ambiente donde se realiza el Arte de las Flores debe
mantenerse una rigurosa vigilancia del orden, de la limpieza, del
silencio y de la quietud, pues en su origen, el recinto donde se
hacían los arreglos florales era sagrado, concepto que se
mantiene hasta hoy. Por más simple que sea el recinto,
éste queda consagrado a través del arreglo floral,
si éste se hace con «verdadero
espíritu». Debe evitarse cada ruido
innecesario, cada movimiento
brusco, y las plantas y herramientas
deben manipularse en un silencio casi absoluto.
Como el principal requisito es la unión con el
corazón de la flor, es natural que no se converse durante
el trabajo y
toda agitación esté prohibida. El principiante se
ve así obligado a prestar atención al corazón de la flor. En
primer lugar, para tocarla de forma correcta y en segundo lugar
para vivir con naturalidad en su propio corazón.
La concentración es una condición indispensable
para disponer las flores con calma interior. Además, el
discípulo debe aprender a ser humilde y aceptar cuantas
veces fuese necesario el rechazo por parte del Maestro del
trabajo realizado, pues así aprenderá a tomar
conciencia de sus
errores. Además, la concentración es fundamental en
cualquiera de las expresiones del arte japonés, como el
Teatro No, el
Arco y la Flecha o la Ceremonia del Té.
Los métodos
más antiguos del arreglo floral, por ejemplo el Rikkwa,
con plantas moldeadas en cajas de arena y colocadas en los
salones o jardines de los templos, se fueron modificando y
embelleciéndose con el correr del tiempo.
Hoy la forma triangular se mantiene como patrón
básico, aunque permite en estadios más avanzados la
técnica de la simplificación, que utiliza
sólo dos líneas: el Jitsu (Sol) y el Tchi (Tierra).
En la fase de perfeccionamiento el arreglo floral se va tornando
cada vez más simple, pudiendo llegar a hacerse con una
sola flor.
En el modelo
triangular básico, tenemos las siguientes variaciones:
1. Moribana. Forma de arreglo que utiliza floreros bajos y
anchos. Con un soporte para fijar las flores, puede reproducir
paisajes. Esta es su estructura y
modelo básico (dibujo 2- no disponible).
2. Nageire. Es la forma de arreglo que usa floreros altos y
cilíndricos. Esta es su estructura y modelo básico
(dibujo 3 – no disponible).
En cualquiera de estas variaciones, conforme sea la
inclinación del triángulo, el arreglo puede ser
vertical, oblicuo, horizontal o colgante, como muestran las
ilustraciones anexas.
REGLAS BÁSICAS DE LA
ACADEMIA SANGETSU:
1. Vivificar con naturalidad: no forzar nunca las flores,
realzar sus características y obedecer la naturaleza de
cada planta. Usar preferentemente las flores de la
estación.
2. Vivificar inmediatamente: después del corte de la
flor, manipularla lo menos posible, de lo contrario
perderá su vitalidad.
3. Vivificar las flores pensando en la armonía: hacer
el arreglo considerando el local donde va a ser colocado, los
muebles, el color de las
paredes. La flor, el florero y el ambiente deben estar en
armonía, para realzar el valor artístico del
Ikebana.
Como todo arte verdadero, el Arte Floral también tiene
dos aspectos: el metafísico y el práctico, el
suprarracional y el racional. La técnica del Ikebana
consiste en escoger las flores, el florero, ser hábil en
el manejo de las herramientas, en las proporciones
armónicas del arreglo y del florero, en los ángulos
de inclinación. Pero la mera maestría
técnica no satisface. No nos permite entrar en el misterio
del arte, en nuestro propio misterio, más allá de
la técnica.
La propia vida es un arte, y para eso no basta una buena
técnica del buen vivir. Es necesario comprender su
significado, sus misterios. En
lo profundo de nuestra conciencia hay Algo que aguarda ser
descubierto. Tal vez sea hacia allí hacia donde nos lleva
el «Camino de las flores».
- El Zen en el arte de la ceremonia de las flores, Gusty L.
Herrigel. Ed. Pensamiento - Revistas especializadas de Ikebana, Academia Sangetsu.
Zelma D. Costa
http://www.revistaesfinge.com
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